La cabeza abolida aún dice al sacro
en que, al viento del triunfo, las multitudes plenas
desfilaron ardientes delante el simulacro
que hizo hervir a los griegos en las calles de Atenas.
Esta egregia figura no tiene ojos y mira;
no tiene boca, y lanza el más supremo grito;
no tiene brazos y hace vibrar toda la lira,
¡y las alas pentélicas abarcan lo infinito!
(Rubén Darío, 1914)
no tiene boca, y lanza el más supremo grito;
no tiene brazos y hace vibrar toda la lira,
¡y las alas pentélicas abarcan lo infinito!
(Rubén Darío, 1914)